Había tenido nubes. De esas negras y espantosas, que sólo traen más nubes negras y espantosas.
Aunque eso sólo pasaba cuando vivía largas temporadas (o cortas pero intensas) de invierno. A veces coincidían con la estación. A veces no.
Ahora se llenaba de olores de primavera y tierra mojada y de luz de verano y ruido de cigarras. También estaba llena de pájaros con largas plumas que no eran plumas, sino plantas de su tierra, el Mediterráneo. Albahaca, por supuesto. Romero, tomillo y algarrobo era lo más típico. También hinojo marino machacado con cariño por las puntas de unos dedos un poco huesudos, un poco pequeños. Y si venían del este, hojas de parra colgaban de sus alas.
Alguna vez se veía volar alto, muy alto, una de esas aves grandes. Águilas. Halcones. De las que sobrevuelan tierras inmensas e interminables. Aún no sabía que llevaban sus alas, pero parecían tener forma de hojas de arce...
That is all what she has on her mind. No more, no less.
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